Abuelito No tome más, abuelo, y deje el vino; no tome más, tatita, es una pena, que son las diez, abuelito, y ni un vecino llegó esta vez, alegrando nuestra cena. No tome más y cuénteme una historia del tiempo aquel en que su amor vivía, que yo, otra vez, sentadita en sus rodillas, lo escucharé quietita y sin hablar. El pobre abuelo, a mi ruego, conteniendo sus pesares, me hizo sentar junto al fuego y de este modo me habló : Cierra la puerta, la luz apaga, que con las sombras viene mi amor. Esa que un día, hace ya tiempo, vistió de luto mi corazón. Si vieras qué criolla de ojos negros, de blanca tez, risueña y juguetona, de lindo andar, retrechera y comadrona, clavel del amor florecido en mis recuerdos. Si vieras vos con qué ansias la quería, con cuánto afán hicimos nuestro nido... Mas ella, cruel, destrozando mi alma, un día, con mi mejor compañero me engañó. Hoy que me vencen los años, ya la muerte está en acecho, viejo, achacoso y deshecho, siento que la quiero más. Ya sabe, nieta, la cruel herida que en esta vida quise ocultar. Así, una noche, triste y de duelo, mi pobre abuelo me hizo llorar.