Doña Benedicta Leo Rubio Cuantos miles de recuerdos por esa cabecita. Para usted, para usted, Doña Benedicta. Para usted, para usted, suena mi rumbita. Doña Benedicta tiene, un cariño verdadero, cinco hijos que la quieren, nietos y un esposo bueno. Tiene una casa pequeña, que da cara al sol naciente, donde se mira la sierra, entre olivos sonrientes. Tiene un sendero de penas, sembrado de amor sincero, un caminito de estrellas, y de sentimientos buenos. Porque no tiene riquezas, de esas que da el dinero, pero el que es pobre en la tierra, el más pobre en la tierra, será el más rico del cielo. Doña Benedicta mira, como pasa el tiempo. Sentada en su terracita, que mira hacia el Yelmo. Con más de noventa años, Doña Benedicta, sus cabellos plateados, el viento acaricia. Recuerda cuando lavaba, la ropita de sus hijos, en aquella fuente clara, que hay cerca del cortijo. Recuerda como recuerda, cuando era niña y mocita, de aquellos años de guerra, lo dura que fue su vida. Tiene un sendero de penas, sembrado de amor sincero, un caminito de estrellas, y de sentimientos buenos. Porque no tiene riquezas, de esas que da el dinero, pero el que es pobre en la tierra, el más pobre en la tierra, será el más rico del cielo. Doña Benedicta mira, como pasa el tiempo. Sentada en su terracita, que mira hacia el Yelmo. Con más de noventa años, Doña Benedicta, sus cabellos plateados, el viento acaricia. Para usted, para usted, Doña Benedicta. Para usted, para usted, suena mi rumbita. Para usted, para usted, Doña Benedicta. Para usted, para usted, suena mi rumbita. Doña Benedicta. Doña Benedicta. Doña Benedicta.