El Hijo Del Ganadero Antoñita Peñuela El hijo del ganadero, no quiso ser mataor, y aunque el padre lo obligaba, al muchacho le faltaba, valentía y corazón. Un día en un tentaero, se revistió de valor, y su capote torero, mil filigranas bordó. La gente aplaudía, y el padre clamaba altanería. Olé!, olé! chiquillo mío, rayito desprendío, del sol de Andalucía. Olé!, arrímate a las fieras, que aquí estoy a tu vera, pa’ defender tu guía. Que se calle el graderío, y que sepa el mundo entero, que está honrando su apellío, el hijo del ganadero. Olé!, olé!, ole!, mi vía, rayito desprendío, del sol de Andalucía. Mi niño el más torero, decía con vaniá, pero una tarde de oro, en las astas de un mal toro, se quedó un pobre chaval. Ya tienes lo que querías, no vayas padre a llorar, y di con altanería, que he muerto de una corná. El padre lloraba y el remordimiento, le mortificaba. Olé!, olé! chiquillo mío, rayito desprendío, del sol de Andalucía. Olé!, arrímate a las fieras, que aquí estoy a tu vera, pa’ defender tu guía. Que se calle el graderío, y que sepa el mundo entero, que está honrando su apellío, el hijo del ganadero. Olé!, olé!, ole!, mi vía, rayito desprendío, del sol de Andalucía.