La Calandria San Antonio Norteño En una jaula de oro, pendiente de un balcón, se hallaba una calandria, cantando su dolor. Hasta que un gorrioncillo, a su jaula llegó, si usted puede sacarme, con usted yo me voy. El pobre gorrioncillo, de ella se enamoró, y el pobre como pudo, los alambres rompió. Y la ingrata calandria, después que la saco, tan luego se vio libre, voló, voló y voló. El pobre gorrioncillo, todavía la siguió, a ver si le cumplía, lo que le prometió. La malvada calandria, esto le contestó, yo a usted no lo conozco, ni presa he sido yo. El triste gorrioncillo, luego se regreso, se paró en un manzano, lloró, lloró y lloró. Y ahora en esa jaula, pendiente de un balcón, se encuentra el gorrioncillo, cantando su dolor.