La Ruiseñora Concha Piquer En la taberna del "Tres de Espadas", entre guitarras y anís de mora. Como cantaba, de madrugada, por soleares "La Ruiseñora". Se acabó lo que se daba, le dijo Paco Olivares, y la llevó hasta el altar. Y ella que lo camelaba, se puso blanca de azahares, y nunca volvió a cantar. Pero Paco antes del año, empezó a volver de día, y a beber sin ton ni son. Y mordiendo el de sengaño, la flamenca repetía, en los hierros del balcón. Que te pasa, Ruiseñora, que tengo un lío de pena y celos en la garganta. Que hasta el corazón me llora, por segurillas, por soleares y por tarantas. Que sombra no tiene esclavo, de que rumbo maldecío, viene este dolor de esclavo que me barata el sentío. Donde está el agonizante, que entre la noche y la aurora, se muera cantando un cante, Ay!, mejor que "La Ruiseñora". Al "Tres de Espadas" corrió celosa, con la carita despavoria, y vió a su Paco, que con la Rosa, en una mesa se divertía. Subió derecha al tablao, aquí está La Ruiseñora, pa'lo que gustes mandar. Lo de señor se acabao, vuelvo a ser la cantaora, con que vamos a cantar. Pues se va a cumplir tu suerte, y al relámpago de un tiro, el café se iluminó. Ella vió llegar la muerte, y en el último suspiro, de éste modo le cantó. Diós te ampare "Ruiseñora", que campanas doblen por el silencio de mi garganta. Rezen por la cantaora, las segurillas, las soleares y las tarantas. De un soplo más apagao, la lámpara de la vida, mira que bién has pagao, lo que yo a ti te quería. Donde está el agonizante, que entre la noche y la aurora, se muera cantando un cante, Ay!, mejor que "La Ruiseñora". Tenerle por Diós clemencia, piedad tenerle los jueces, que yo le dí la licencia, para matarme cien veces. Donde está el agonizante, que entre la noche y la aurora, se muera cantando un cante, Ay!, mejor que "La Ruiseñora".